Si entre tus propósitos de año nuevo están ahorrar, viajar, comenzar un negocio, comprar un auto nuevo o simplemente salir de deudas es tiempo de elaborar tu presupuesto anual para alcanzar esas metas.
De acuerdo con la CONDUSEF un presupuesto “es un registro detallado por escrito de tus ingresos y gastos en un plazo determinado”.
Unas finanzas sanas comienzan con el control de tus ingresos y tus egresos. Porque “no importa cuánto ganes, lo importante es cómo lo administras”.
Ahí de la importancia y el valor de un presupuesto, que nos permite cuidar las finanzas y tomar mejores decisiones informadas.
Con tu presupuesto estarás tomando el control de tu dinero, en lugar de que el dinero sea quien tome el control de ti.
Cómo elaborar tu presupuesto
El primer paso para hacerlo es ¡decidir hacerlo!
Después, hay que valorar nuestro pasado financiero para saber cómo es que llegamos a donde estamos hoy. Y finalmente, preguntarnos sobre el futuro que queremos para nuestras finanzas, esto es definir a dónde queremos ir (y llegar).
Recuerda que un presupuesto nos va a permitir identificar áreas de oportunidad, conocer nuestro potencial de ahorro, estar atento a nuestra capacidad de endeudamiento y definir prioridades y metas financieras.
Ahora llegó el momento de arrastrar el lápiz como decimos coloquialmente:
Registra todos tus ingresos, fijos o variables: salarios, honorarios, bonos e incentivos, vales de despensa, prima vacacional, aguinaldo, caja de ahorro, etc.
Anota todos tus egresos, tanto fijos como variables. En gastos fijos deben ir todos aquellos que son imprescindibles pagar mes a mes como gastos de hogar, hipoteca o renta, alimentación, servicios, transporte, educación, seguros y créditos con montos fijos. Y en gastos variables aquellos como gastos personales, deudas (si son variables), cine, conciertos, ropa y calzado, vacaciones, etc.
Prioriza tus metas de ahorro a corto, mediano y largo plazo, como, por ejemplo, el fondo de emergencia y el ahorro para el retiro. Normalmente se piensa que se ahorra lo que sobra cuando en realidad debería ser al revés: primero ahorra y luego gasta.
Si queremos alcanzar la libertad financiera, la clave es: “Págate a ti primero, antes que a nadie”.
Finanzas sanas, ante todo
Elaboramos el presupuesto, es el momento de la verdad y ¿cómo estamos? ¿Déficit, equilibrio o superávit?
Si estamos en déficit la prioridad es alcanzar el equilibrio, si estamos en equilibrio hay que buscar el superávit y si estamos en superávit ¿cómo estamos diversificando nuestros ahorros e inversiones?
Un presupuesto con finanzas sanas debería, de acuerdo con la Regla 50-30-20, estar así: 50% en gastos fijos, 30% en gastos variables y 20% en ahorro.
O por el contrario, la Regla 70-30 nos dice que hay que gastar el 70% de los ingresos y guardar el 30%. Todo depende de nuestro momento de vida, nuestras metas y sueños, porque todo tiene su tiempo y su fecha.
Pero ahora que tenemos el presupuesto elaborado, sigue optimizar nuestros gastos, para sacar más provecho a nuestros ingresos.
Para esto hay una técnica conocida como PERC:
Posponer (P) aquellos gastos que no son necesarios en este momento, por ejemplo, la compra de una televisión en el buen fin.
Eliminar (E) aquellos que no son indispensables, por ejemplo, los gastos hormigas o los vampiro que sin darnos cuentas están mermando nuestros ingresos.
Reducir (R) que son gastos que podemos disminuir, como, por ejemplo, comprar comida a domicilio.
Conservar (C) que son aquellos gastos que se tienen que mantener porque son importantes para nuestra vida diaria.
Finalmente, no importa si es personal o familiar, si es mucho o poco lo que vamos a administrar, lo importante es que un presupuesto es tu herramienta de planeación financiera, al que hay que ir ajustando y revisando mes con mes.
Su objetivo es hacer que nuestro dinero rinda mejor al evitar gastos innecesarios que mermen nuestro patrimonio presente y futuro para construir la ansiada libertad financiera.
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