Desde hace unos meses estoy por escribir este artículo. Es un artículo con un tema que pienso es de mucho interés para antes de que termine 2024, pero… no lo había escrito hasta hoy. He procrastinado durante todo este tiempo.
De eso quiero reflexionar, de ese hábito que tenemos en menor o mayor medida de retrasar actividades o situaciones que deberían atenderse, dejándolas por miedo a afrontarlas o simplemente por pereza, que sustituimos por otras situaciones más agradables.
¿Quién no ha procrastinado alguna vez? Y en las finanzas ¿quién no lo ha hecho?
Es cuestión de emociones
De acuerdo con un artículo en The New York Times la “procrastinación es un problema de regulación de las emociones, no un problema de gestión de tiempo”, explica el profesor Tim Pychyl de la Universidad de Carleton en Ottawa, Canadá.
Si estamos aburridos, ansiosos, inseguros, frustrados o resentidos, tendemos a dar prioridad a las necesidades inmediatas -a corto plazo- para sentir cierta gratificación en vez de tomar decisiones a largo plazo.
Caemos en el sesgo del presente porque priorizamos las recompensas inmediatas sobre las futuras, aunque éstas sean mayores.
Las consecuencias de postergar
Cuando retrasamos una decisión o acción relacionada con el manejo de nuestro dinero, estamos procrastinando financieramente hablando, bajo la idea de que siempre “habrá un mejor momento”.
Esa tendencia a postergar puede tener consecuencias negativas, como caer en una mayor deuda si no la atendemos o la falta de ahorros para el futuro.
Crear un patrimonio no es una cuestión de trabajar, sino de administrar los ingresos que obtenemos por nuestro trabajo.
En ese sentido, tenemos que tomar decisiones para mejorar la gestión que hacemos de nuestras finanzas personales.
Estas decisiones van desde asistir a un curso o taller relacionado con finanzas personales y llevar un presupuesto para identificar áreas de oportunidad hasta comenzar un fondo de emergencia, platicar con un asesor financiero y contar con los instrumentos financieros necesarios para construir nuestro futuro.
Algunos ejemplos de procrastinación financiera
Si hoy no tomamos decisiones para contratar un Seguro de Gastos Médicos Mayores porque creemos que no es el momento y tenemos un accidente o enfermedad grave estamos en una situación en la que podemos desbalancear o hundir más nuestra economía familiar.
Y, sin embargo, es una situación real y existe la posibilidad y si pasa no hay forma de resolverlo más que con nuestro propio patrimonio, más deuda o apoyo de familiares y amigos.
Si no ahorramos para la educación universitaria de nuestros hijos, van a crecer y necesitar de nuestro apoyo en esa etapa de su vida. O si no contamos con un seguro de vida para protegerlos si llegamos a faltar, podemos dejar a nuestra familia en el desamparo financiero.
Si hoy no pensamos en ahorrar para nuestra vejez, para anticiparnos a cuando lleguemos a la Jubilación, nos puede pesar. Porque, aunque se ve lejano y parecería que nunca va a llegar, a la vuelta de los años estará ahí esperando a quienes lleguen a ella.
Entre más tiempo tengamos para ahorrar para el retiro, mayor será el capital ahorrado. Hay que recordar que los expertos en finanzas personales hablan de tener un ahorro equivalente a 300 meses de sueldo para enfrentar el riesgo de la longevidad.
Entonces ¿cómo vencer la procrastinación financiera? Estableciendo objetivos financieros claros, alcanzables, medibles y satisfactorios.
Hoy es el mejor momento para tomar las velas de nuestro barco para controlar el viento y llegar al puerto que soñamos alcanzar.
¿Qué esperas?
Comentarios